sábado, agosto 19, 2006

Noche de tango, estaba haciendo ochos...

Astor tocaba, me acompañaba hoy...
estoy sola, si, siempre lo he estado,
en un dia de ayer me di cuenta,
Si, estoy SOLA, y me lo repito,
en realidad me di cuenta, siempre lo he estado,
hago una llamada de telefono y Astor seguia ahi, acompañaba, cortoones de sq
como las remeras de San Telmo.
En fin tengo insomnio por eso estoy aqui con ustedes.
El cada vez se pone mas violento,
las campanas sonaban fuertemente, los violines atravezaban el externon,
mientras tanto borbotones de sangre chorreaban sobre la pared que su varilla salpicaba,
ensañado seguia tocando, su bandoneon hacia eco en mi pecho, y cada vez sangraba mas,
esa tercer persona era primera,
llorando angustiada unas campanillas asomaban desde lejos, era un carruaje con dos caballos,
era de noche y en el campo ya nada se veia, solo podia escuchar,
manchadas mis manos por parar mi pecho que no dejaba de vislumbrarse en color bermellon,
la luna, y una señora con sombrerito de dormir, salia de un lugar, lo nombro asi porque no se de donde salia, y nombro lugar porque si salia de un cuento de hadas o de la nada eso tambien pertenece a un lugar, Donde? en ningun lugar! se nombra,
con un farol de llama pequeña, no tenia vela, apenas me di cuenta de eso la mujer desaparecio,
todavia me lo pregunto,
pero esas campanillas aun seguian sonando, era como si los caballos las tuvieran prendidas en lugar de su pelaje,
el sonido cada vez mas fuerte y al piano solo le quedaban las teclas de las esquinas, del grave al agudo, y la locura se aproxima,
bullicio, bullicio, abria cada vez mas los ojos, y no podia ver, la luz nunca habia existido, no la conoci, y esa señora habia sido una ilusion de mis pupilas que en complicidad con el campo lagrimas axortas de fe nutrian el pasto seco;
asi crecieron arboles, de mis lagrimas,
hoy mi cuerpo descanza bajo la sobra de ellos,
nunca vi la luz, y ahora feliz estoy porque no me sobran ojos para llenar las cavidades,
son cuevas profundas muy profundas en donde hoy anidan pequeños seres pequeños alargados,
donde mis pechos ya no tienen protagonismo, solo cuencas de agua estancada,
y mis piernas que alguna vez fueron carne de mi carne, hoy transformadas en caminos de ida y vuelta donde pequeños enroscados alegremente van las crias siguiendo en ilera hacia la tierra.
Me despido, sin ni de donde.